Historia

La llegada de las Hijas de la Caridad a Gran Canaria se remonta al año 1829, cuando, visto el estado de desasistencia en que se encontraban los enfermos del Hospital de San Martín, personas sin recurso, dan fruto las gestiones que se inician en 1815 por parte de la Junta de la Caridad de dicho hospital. 

La Fundación del Hospital San Martín gestionaba también la Cuna de Expósitos, el Hospicio y la Casa de Corrección, instituciones todas con gran carencia de recursos. 

La situación sociopolítica de la época no propiciaba que los pobres, huérfanos y demás menesterosos recibieran atención a sus necesidades. Es por ello por lo que la citada Junta de la Caridad, habiendo tenido noticia de la llegada a España de las Hijas de la Caridad y la gran obra que realizaban, solicitara la licencia al Superior de dicha orden para que algunas hermanas se trasladasen a Gran Canaria.

Después de largos años de gestiones, el 17 de junio de 1829 llegan a Gran Canaria ocho hermanas, quienes, con una dedicación y abnegación ejemplares, ponen su vida al servicio de los necesitados en todas las instituciones señaladas. 

Siendo conscientes de la necesidad, también, de instrucción por parte de tantos niños que andaban por las calles, como consecuencia de la emigración desde el interior de la isla hacia la capital debido al desarrollo económico que propicia el Puerto de La Luz, solicitan a la Junta de la Caridad poder dedicarse también a la enseñanza. 

Como era de esperar, la Junta de Escuelas Primarias aprobó el proyecto y, desde el 15 de septiembre de 1830 hasta el día de hoy, las Hijas de la Caridad desarrollan su proyecto educativo inspirado en el Evangelio y en el espíritu de sus fundadores: Vicente de Paul y Luisa de Marillac. Basado, entre otros, en el desarrollo de todas las dimensiones de la personalidad del alumno; ser sensibles a las necesidades de los demás, comprometidos con la justicia y promoción de los más necesitados; favorecer el desarrollo de la interioridad para abrir al alumno a la experiencia de Dios.

Los inicios de esta etapa educativa los encontramos en el Puerto, con dos Hermanas instruyendo en la misma calle, o sentadas a corro sobre la arena. Las autoridades encargadas de la Beneficencia abandonan la gestión, siendo las Hermanas, aún en pobreza extrema, quienes, con su encomiable entrega y sacrificio, consiguen atender a los más necesitados.

El doctor D. Bartolomé Apolinario Macías, conocedor de las necesidades del Puerto ideó la construcción de un centro benéfico donde se atendiera la instrucción y cuidado sanitario de los obreros y, careciendo de recursos, acudió a la caridad para realizar su obra, recibiendo el apoyo de las grandes compañías que ya estaban instaladas en el Puerto y situando a las Hijas de la Caridad al frente de la escuela. Es en esa casa, en la calle Juan Rejón, donde se instalan tanto el colegio como la Casa de Socorro. Desde el Hospital San Martín acudían caminando todos los días Sor Juana Aríztegui y Sor Agustina Llupart, primeras maestras de lo que posteriormente sería el Colegio Nuestra Señora del Carmen.

El 19 de marzo de 1909 se puso la primea piedra del edificio actual del Colegio, continuando mientras las Hermanas dando clase en la casa alquilada, que no fue suficiente dado el aumento de alumnas, teniendo, mientras, que alquilar una vivienda.

La falta de recursos para la construcción del actual Colegio Nuestra Señora del Carmen fueron muchos, pero no se desanimaron las Hermanas, siempre contaban con la ayuda eficaz de Sor Petra Aulés, Superiora del Hospital San Martín, que llegó incluso a vender una casa que había heredado para contribuir a la obra. 

Contaron también con personas de buen corazón que aportaron su ayuda, como carros para el transporte del material, piedra para la construcción o su propio trabajo. Se pidió permiso para trabajar incluso los domingos y las empresas del Puerto aportaron sus carros para traer la piedra desde el muelle. Desde que tuvieron posibilidad, las Hermanas adecuaron una de las dependencias del edificio para comenzar las clases.

Después de grandes sacrificios, el Colegio queda terminado en 1928. El edificio tiene 1.000 m2 distribuidos en tres plantas, ocupando el centro un hermoso patio. 

Las asignaturas que entonces se impartían son: Gramática, Literatura, Historia Sagrada, Historia de España, Historia Universal, Aritmética, Geografía, Urbanidad y Doctrina. También Música, Repujado, Mecanografía, Pintura y Economía.

La mayor parte de las alumnas matriculadas no pagaban. Al ser la única escuela del Puerto, el Excmo. Ayuntamiento aportaba una mínima cantidad, siempre insuficiente.

En la escuela se celebraba misa todos los domingos y fiestas. Los sacerdotes pedían a las hermanas que estuvieran presente para mantener el orden ya que a ellas las respetaban.

La demanda de plazas escolares en el Centro, siempre creciente, multiplicó el número de alumnas y fue preciso ir incorporando profesorado seglar. La primera en prestar sus servicios fue D. ª Manuela Domínguez, a mediados de los años 40. Durante el tiempo en que se impartió el Bachillerato este profesorado fue más numeroso.

Además de las asignaturas que exigían los diferentes programas escolares, se les dio gran importancia a las llamadas “clases de adorno”: bordado, repujado, dibujo y pintura, a las que asistían no solo las alumnas sino numerosas jóvenes que bordaban su ajuar y realizaban otros bellos trabajos. Estas actividades se suprimieron a principios de la década de los 70.

Famosas fueron las exposiciones que se montaban anualmente con los trabajos de clase confeccionados en las actividades artísticas ya citadas. Eran visitadas por las autoridades y numeroso público que no cesaba de elogiarlas. Tuvieron su auge en los años 60 y se omitieron a final de dicha década.

No se pueden dejar en el olvido las fiestas y veladas con representaciones dramáticas primorosamente preparadas y ejecutadas a la perfección con gran valor artístico y formativo. De las clases extraescolares de música surgieron las rondallas “Conjunto Claymods” y “Conjunto Junior”, participando 112 alumnas.

Al irse produciendo las sucesivas reformas de la enseñanza, el esfuerzo se encaminó a la adaptación a las exigencias de los nuevos programas y a la puesta en práctica de la legislación vigente. La Ley 14/1970, en concreto, impuso el sistema de 8 cursos de Enseñanza General Básica, lo que originó la extinción de la enseñanza del Bachillerato en el Colegio, que había sido implantado con tanto sacrificio como ilusión. 

Grande fue también la lucha por acceder a subvenciones estatales que permitieran la enseñanza gratuita. Los archivos del centro contienen gran número de documentos que prueban la tenacidad de las Hijas de la Caridad ante las continuas negativas por parte de la administración. En 1976 se concede la primera subvención, al 50% y ya en 1989 se firma el Concierto Educativo al 100%.

Si quieres conocer en detalle la llegada de las Hijas de la Caridad a Gran Canaria y su magnífica obra llena de entrega y amor a los más pobres, movidas por el espíritu de sus fundadores, Vicente de Paúl y Luisa de Marillac, te recomendamos la lectura de este libro histórico al que puedes acceder desde el enlace siguiente:

https://mdc.ulpgc.es/utils/getfile/collection/MDC/id/2447/filename/2473.pdf

De nosotros, religiosos o seglares, depende que su obra y su continuación no caiga en el olvido y podamos seguir asistiendo y educando en la búsqueda de un mundo más justo y no perder la herencia recibida, de preservar la esencia que hizo nacer a la escuela vicenciana.